Un cementerio cualquiera, por si la duda.
La señorita Merceditas Benz, plañidera de oficio y habitante en Praga, dio la voz de alarma al ver ceder las paredes de su mausoleo familiar debido al hacinamiento de carne poco descompuesta y estallar literalmente en un empastre de miedo.
"Mi marido, mi marido Fred. Salió despedido como una centella... yo le dije: ¿Qué coño haces ahí Fred?... pero el ni me miró, igual que hacía siempre".
El ministro de Asuntos de Ultratumba de Gales, Roderick Parson, ha puesto en manifiesto que "No hay que perturbar el descanso de nuestros antepasados, aunque ahora sean trozos de magro de un cuarto de kilo. Déjenlos donde están", y ha querido emprender la iniciativa lanzando una rompedora campaña con el nombre de "Incinerate Yourself", invitando al resto de países del continente europeo a hacer lo mismo, para concienciar a la población de la culpabilidad de su caprichoso deseo de ser enterrado junto a sus seres queridos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Opine aquí, amado lector, sobre lo narrado arriba.